Festivales de verano (I)

Tras unos años sin poder asistir a festivales (porque para mí un festival sentada no es un festival) el año pasado quería ir a todos los que me fuera posible. Comencé mi temporada en Zamora, en el Z! LIVE ROCK FEST. Sí, ya sé que allí prima el heavy metal, pero llevaba años queriendo ir y decidí intentarlo. Entre la ola de calor y las tormentas que cancelaron uno de los conciertos que más ganas tenía de ver, los inexistentes autobuses que obligaron a caminar unos cuantos kilómetros para regresar al apartamento y la sensación que teníamos todos de que la organización no sabía qué hacer ante los problemas, acabaron con la ilusión de regresar por fin a un festival como los de antes, de pie y sin mascarillas.


Después de ese inicio agridulce, era el momento de probar suerte en el gran RESURRECTION FEST. Desde el primer momento quedó claro que aquello iba a ser un desastre. Estar acampado en lo alto de un mirador y que no hubiese autobuses que te llevaran al recinto no presagiaba nada bueno. Afortunadamente esta organización sí estaba preparada para la incesante lluvia que caería durante 4 días, aunque ese debió de ser uno de sus pocos logros. No os voy a aburrir enumerando todo lo que salió mal, no tendría sentido y sería reabrir heridas ya cicatrizadas. Lo resumiré en que fue "inkornprensible" lo allí vivido.

Y con una inmensa frustración llegó el momento de cruzar la frontera y regresar a Portugal; era el momento de regresar a “casa”.




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